sábado, 3 de agosto de 2013

5.2 Educación del superdotado.



LA EDUCACIÓN EN LOS NIÑOS SUPERDOTADOS
La educación de las personas superdotadas ha sido ignorada durante mucho tiempo por varias razones. Algunos sostienen que los individuos superdotados ya están bien tal y como están, incluso sin recibir ningún tipo de atención especializada, mientras que otros se oponen a la idea de una educación diferenciada, mostrando preocupaciones igualitarias. Curiosamente, el motivo subyacente de la primera prueba de inteligencia realizada, la de Binet-Simon, fue clasificar a los estudiantes de acuerdo con su nivel de inteligencia. De esta manera, los estudiantes pueden ser enviados a diferentes clases para recibir la educación adecuada a su propio nivel y ritmo. La prevalencia de estas pruebas, que están todavía en uso para la identificación de alumnos superdotados, debe su popularidad, en parte, a los estudiantes con capacidades por debajo de la media en Francia, en los años 1900.                        



 El éxito de la prueba de Binet-Simon y su utilidad ha animado a muchos profesionales del campo educativo a mejorar la técnica de prueba y a ampliar la variedad de pruebas disponibles. A pesar de estos intentos, no existieron buenas razones para educar a los individuos superdotados en los Estados Unidos hasta la Guerra Fría. La decepción de los estadounidenses con el triunfo del ruso Sputnik desencadenó la educación de estudiantes creativos y superdotados en los Estados Unidos. De hecho, numerosos ejemplos nos indican que los sistemas educativos están directamente influenciados por las proyecciones políticas de sus respectivos países de cara al futuro además de por sus cambios de políticas. La educación de los individuos superdotados y creativos no fue diferente, ya que se veía como un medio de sostener la competencia política y el orgullo nacional. Consecuentemente, se han aportado más recursos e inversiones para la educación de los superdotados a fin de mejorar el bienestar de la nación y de competir exitosamente, mientras que dichos individuos superdotados han sido ignorados en su condición de seres humanos. Algunos problemas en la educación de los individuos superdotados parecen estar relacionados con este trasfondo histórico. Concretamente, existe un problema relacionado con el desarrollo moral de las personas superdotadas. La cuestión es en qué medida los programas para superdotados pueden fomentar en sus mentes la humildad. Para entender este problema, hay que estar familiarizado con los conceptos básicos de la educación para este tipo de estudiantes.


La educación para superdotados implica varios procedimientos, tales como evaluaciones a los estudiantes, identificación y seguimiento para cuestionar su potencial al máximo. Inicialmente, los estudiantes realizan varias pruebas que incluyen tests de inteligencia, creatividad y motivación y deben realizarlas lo suficientemente bien como para acceder a un programa para superdotados. Tras estas pruebas, serán etiquetados con el nombre que tanto ellos como otros conocen muy bien: superdotado. Con frecuencia, esto implica agruparlos de forma separada a sus compañeros no superdotados. En consecuencia, siguen un plan de estudios diferente y asisten a varios programas que no están disponibles para el resto. Además, algunas prácticas que a menudo se llevan a cabo cuando se enseña o se interactúa con estudiantes superdotados, como los elogios del profesor o de los padres, transmiten mensajes directos y ocultos. Estos mensajes, en esencia, siempre les recuerdan cuán superiores son. En última instancia, se les enseña a disfrutar de su superioridad con un mínimo o ningún indicio de ser virtuosos. La mayoría de los educadores prestan una gran atención al aumento de su autoestima, mientras que son indiferentes ante la posibilidad de arrogancia y presunción. Sin embargo, el «privilegio» de estar en la lista del 5 por ciento o de un porcentaje aún menor, conforma a la identidad del individuo superdotado desde edades tempranas. Con los movimientos de mejora de la autoestima en los años 80, el valor de la humildad como una virtud importante ha sido ignorado entre los educadores. La mayoría de éstos percibieron la falta de autoestima como un gran problema mientras que la falta de humildad resultaba bastante aceptable. Sin embargo, el potencial de los individuos superdotados, como de cualquier otra persona, merece un tratamiento más amable, que les considere seres humanos en vez de hacerles sentirse como los mejores recursos humanos de la nación y de la economía.

Como consecuencia de esta carencia en la actitud de los educadores hacia los individuos superdotados, se les ha coartado en su desarrollo emocional y moral. Cuando se busca en los estudios algo acerca del desarrollo de características morales positivas de los superdotados, tales como la humildad, no hay casi ningún estudio sobre estas cuestiones. La humildad en sí misma es una virtud fundamental por varias razones. En primer lugar, la humildad permite a los individuos superdotados reconocer que no se puede controlar todo en cada situación. Sus habilidades superiores a las de sus compañeros se convierten en una carga enorme debido a que las expectativas que albergan los demás y las suyas propias son en general bastante altas. Los errores y el rendimiento académico inesperado son menos tolerables para los superdotados. Básicamente, los individuos superdotados humildes pueden manejar con éxito las situaciones difíciles debido a que su desarrollo moral les hace valorar las funciones de humildad, como una zona de protección, y los hace más resistentes ante los desafíos de la vida. Pueden tener así una visión más realista de sí mismos, siempre y cuando sean bien conscientes de sus deficiencias reales.

Vera y Rodríguez-López (2004) señalaron el papel positivo de la humildad sobre la competencia dentro de las organizaciones. Argumentaron que el miedo al fracaso impide a las personas tomar la iniciativa, y que la humildad las ayuda a reducir su miedo al fracaso con la idea de que las personas que no tienen experiencia de fracaso es poco probable que vuelvan a intentarlo. En segundo lugar, la humildad ayuda a las personas superdotadas a tener una mejor y más realista comprensión acerca de sí mismas. Las personas superdotadas humildes pueden reconocer sus propias debilidades. Esto también es importante para los superdotados ya que muy poca gente les crítica, mientras hay muchos que alaban su capacidad. En un clima social así, la verdadera comprensión de uno mismo no es una tarea fácil. En tercer lugar, las personas humildes pueden empatizar con los demás con mayor facilidad. Los individuos superdotados en su mayoría se preocupan por los demás y tienen una sensibilidad moral profunda. Sin embargo, el sentimiento de superioridad puede perjudicar sus buenas relaciones con los demás, por lo que otras personas se sienten menos inclinadas a disfrutar de su compañía. Las personas humildes tienen una mayor valoración de los demás sin disminuir la valoración de sí mismos (Means & Wilson, 1990), por lo que la necesidad de la humildad es aún mayor en las personas superdotadas.

La humildad representa un gran dilema en la educación de los superdotados: A pesar de que se han desarrollado e implementado varios procedimientos, instalaciones y recursos para superdotados, se ha generado un efecto implícito de grandiosidad. Como consecuencia de ello, las prácticas habituales en la educación de los superdotados parecen alimentar en ellos una visión menos realista de sí mismos, que no es menos peligrosa que la falta de autoestima. Por desgracia, los educadores tienden a ignorar la presencia de este dilema y a insistir en prácticas concretas sin pensar en los daños potenciales. ¿Qué tipo de estrategias se pueden adoptar para aumentar la humildad de los individuos superdotados? ¿Qué otros mensajes se les deben dar? Entre otros muchos métodos posibles para tratar de superar este problema, las siguientes recomendaciones pueden ser tenidas en cuenta en las prácticas educativas y psicológicas.





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