LA EDUCACIÓN EN LOS NIÑOS SUPERDOTADOS
La educación de las personas
superdotadas ha sido ignorada durante mucho tiempo por varias razones. Algunos
sostienen que los individuos superdotados ya están bien tal y como están,
incluso sin recibir ningún tipo de atención especializada, mientras que otros
se oponen a la idea de una educación diferenciada, mostrando preocupaciones
igualitarias. Curiosamente, el motivo subyacente de la primera prueba de
inteligencia realizada, la de Binet-Simon, fue clasificar a los estudiantes de
acuerdo con su nivel de inteligencia. De esta manera, los estudiantes pueden
ser enviados a diferentes clases para recibir la educación adecuada a su propio
nivel y ritmo. La prevalencia de estas pruebas, que están todavía en uso para
la identificación de alumnos superdotados, debe su popularidad, en parte, a los
estudiantes con capacidades por debajo de la media en Francia, en los años
1900.
El éxito de la prueba de Binet-Simon y su
utilidad ha animado a muchos profesionales del campo educativo a mejorar la
técnica de prueba y a ampliar la variedad de pruebas disponibles. A pesar de
estos intentos, no existieron buenas razones para educar a los individuos
superdotados en los Estados Unidos hasta la Guerra Fría. La decepción de los
estadounidenses con el triunfo del ruso Sputnik desencadenó la educación de
estudiantes creativos y superdotados en los Estados Unidos. De hecho, numerosos
ejemplos nos indican que los sistemas educativos están directamente
influenciados por las proyecciones políticas de sus respectivos países de cara
al futuro además de por sus cambios de políticas. La educación de los
individuos superdotados y creativos no fue diferente, ya que se veía como un
medio de sostener la competencia política y el orgullo nacional.
Consecuentemente, se han aportado más recursos e inversiones para la educación
de los superdotados a fin de mejorar el bienestar de la nación y de competir
exitosamente, mientras que dichos individuos superdotados han sido ignorados en
su condición de seres humanos. Algunos problemas en la educación de los
individuos superdotados parecen estar relacionados con este trasfondo
histórico. Concretamente, existe un problema relacionado con el desarrollo
moral de las personas superdotadas. La cuestión es en qué medida los programas
para superdotados pueden fomentar en sus mentes la humildad. Para entender este
problema, hay que estar familiarizado con los conceptos básicos de la educación
para este tipo de estudiantes.
La educación para superdotados implica varios procedimientos, tales como
evaluaciones a los estudiantes, identificación y seguimiento para cuestionar su
potencial al máximo. Inicialmente, los estudiantes realizan varias pruebas que
incluyen tests de inteligencia, creatividad y motivación y deben realizarlas lo
suficientemente bien como para acceder a un programa para superdotados. Tras
estas pruebas, serán etiquetados con el nombre que tanto ellos como otros
conocen muy bien: superdotado. Con frecuencia, esto implica agruparlos de forma
separada a sus compañeros no superdotados. En consecuencia, siguen un plan de
estudios diferente y asisten a varios programas que no están disponibles para
el resto. Además, algunas prácticas que a menudo se llevan a cabo cuando se
enseña o se interactúa con estudiantes superdotados, como los elogios del
profesor o de los padres, transmiten mensajes directos y ocultos. Estos
mensajes, en esencia, siempre les recuerdan cuán superiores son. En última
instancia, se les enseña a disfrutar de su superioridad con un mínimo o ningún
indicio de ser virtuosos. La mayoría de los educadores prestan una gran
atención al aumento de su autoestima, mientras que son indiferentes ante la
posibilidad de arrogancia y presunción. Sin embargo, el «privilegio» de estar
en la lista del 5 por ciento o de un porcentaje aún menor, conforma a la
identidad del individuo superdotado desde edades tempranas. Con los movimientos
de mejora de la autoestima en los años 80, el valor de la humildad como una
virtud importante ha sido ignorado entre los educadores. La mayoría de éstos
percibieron la falta de autoestima como un gran problema mientras que la falta
de humildad resultaba bastante aceptable. Sin embargo, el potencial de los
individuos superdotados, como de cualquier otra persona, merece un tratamiento
más amable, que les considere seres humanos en vez de hacerles sentirse como
los mejores recursos humanos de la nación y de la economía.
Como consecuencia de esta carencia en la actitud de los educadores hacia los
individuos superdotados, se les ha coartado en su desarrollo emocional y moral.
Cuando se busca en los estudios algo acerca del desarrollo de características
morales positivas de los superdotados, tales como la humildad, no hay casi
ningún estudio sobre estas cuestiones. La humildad en sí misma es una virtud
fundamental por varias razones. En primer lugar, la humildad permite a los
individuos superdotados reconocer que no se puede controlar todo en cada
situación. Sus habilidades superiores a las de sus compañeros se convierten en
una carga enorme debido a que las expectativas que albergan los demás y las
suyas propias son en general bastante altas. Los errores y el rendimiento
académico inesperado son menos tolerables para los superdotados. Básicamente,
los individuos superdotados humildes pueden manejar con éxito las situaciones
difíciles debido a que su desarrollo moral les hace valorar las funciones de
humildad, como una zona de protección, y los hace más resistentes ante los
desafíos de la vida. Pueden tener así una visión más realista de sí mismos,
siempre y cuando sean bien conscientes de sus deficiencias reales.
Vera y Rodríguez-López (2004) señalaron el papel positivo de la humildad sobre
la competencia dentro de las organizaciones. Argumentaron que el miedo al
fracaso impide a las personas tomar la iniciativa, y que la humildad las ayuda
a reducir su miedo al fracaso con la idea de que las personas que no tienen
experiencia de fracaso es poco probable que vuelvan a intentarlo. En segundo
lugar, la humildad ayuda a las personas superdotadas a tener una mejor y más
realista comprensión acerca de sí mismas. Las personas superdotadas humildes
pueden reconocer sus propias debilidades. Esto también es importante para los
superdotados ya que muy poca gente les crítica, mientras hay muchos que alaban
su capacidad. En un clima social así, la verdadera comprensión de uno mismo no
es una tarea fácil. En tercer lugar, las personas humildes pueden empatizar con
los demás con mayor facilidad. Los individuos superdotados en su mayoría se
preocupan por los demás y tienen una sensibilidad moral profunda. Sin embargo,
el sentimiento de superioridad puede perjudicar sus buenas relaciones con los
demás, por lo que otras personas se sienten menos inclinadas a disfrutar de su
compañía. Las personas humildes tienen una mayor valoración de los demás sin
disminuir la valoración de sí mismos (Means & Wilson, 1990), por lo que la
necesidad de la humildad es aún mayor en las personas superdotadas.
La humildad representa un gran dilema en la educación de los superdotados: A
pesar de que se han desarrollado e implementado varios procedimientos,
instalaciones y recursos para superdotados, se ha generado un efecto implícito
de grandiosidad. Como consecuencia de ello, las prácticas habituales en la
educación de los superdotados parecen alimentar en ellos una visión menos
realista de sí mismos, que no es menos peligrosa que la falta de autoestima.
Por desgracia, los educadores tienden a ignorar la presencia de este dilema y a
insistir en prácticas concretas sin pensar en los daños potenciales. ¿Qué tipo
de estrategias se pueden adoptar para aumentar la humildad de los individuos
superdotados? ¿Qué otros mensajes se les deben dar? Entre otros muchos métodos
posibles para tratar de superar este problema, las siguientes recomendaciones
pueden ser tenidas en cuenta en las prácticas educativas y psicológicas.
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